El pasado viernes día 12 de enero, tuvo lugar en el Copc una mesa redonda organizada por la Sección de Emergencias, a cerca de la intervención psicológica realizada por diferentes entidades tras los atentados del 17 de agosto en Catalunya. Fue un espacio muy enriquecedor en el que los diferentes equipos compartieron los diferentes tipos de intervenciones que realizaron y en qué momentos. Cabe destacar muy positivamente que todos ellos expresaron la percepción de que, en términos generales, se actuó correctamente, y aún así hubo tiempo para los learnings y las autocríticas. Cierto es, y así lo reconocían los propios equipos, que la envergadura de los los lamentables acontecimientos, permitió que fuera asumible, gracias también a todo el trabajo previo realizado para actuar en estos casos, pero se preguntaban si la envergadura hubiera sido mayor, quizás también lo habrían sido las dificultades en la intervención. Por eso, una de las ideas también compartidas por todos es que hay que seguir trabajando para mejorar los protocolos de actuación y el tipo de intervenciones a realizar ante un suceso de estas características. La mesa en sí misma sin duda contribuyó a ello, en tanto que propició un espacio en el que los diferentes profesionales compartieron con el resto su experiencia durante el 17 de agosto y los días posteriores.
Pero más allá de esto, también quisiera destacar que una de las cuestiones que más aparecieron fue la cura de los profesionales. Porque en un suceso como este hay muchas personas que, desde sus respectivos trabajos, están acostumbradas a enfrentarse a situaciones duras emocionalmente. Sin embargo, hay acontecimientos que, bien por sus consecuencias masivas y/o por sus características (accidente aéreo, atentado…) causan un impacto emocional mayor también en estos profesionales (policías, personal sanitario, etc…). Los psicólogos que intervienen en situaciones de emergencia están formados y entrenados para ayudar a las personas afectadas por el suceso, y son muy conscientes también de lo importante que es cuidar a los compañeros. Pero otros profesionales, ante situaciones como esta no cuentan con todos estos recursos y pueden acabar bloqueándose o desbordándose. En este sentido, los psicólogos, a parte de intervenir desde un punto de vista psicológico con las personas afectadas, podemos poner nuestra experiencia y formación al servicio de otros profesionales en dos sentidos. En primer lugar, asesorándoles en materia de atención a las víctimas de un acontecimiento traumático. Esto permitiría prevenir la aparición de sintomatología post-traumática o en caso de aparecer, facilitaría la recuperación, ya que está demostrado que una intervención inmediata es crucial a este nivel. En segundo lugar, ofreciéndoles apoyo psicológico.
Estamos pues ante un creciente desarrollo de otras formas de intervenir. Hace tiempo que insisto en que los psicólogos debemos explorar y ampliar el espectro de actuación, abrir nuevas posibilidades, que respondan a las nuevas necesidades, en un mundo global, líquido y lleno de incertidumbres y de sucesos potencialmente traumáticos.