El pasado día 12 de Abril, tuvo lugar la III Jornada Anual de la Psicoxarxa Solidaria del Copc. Para mí siempre es un día especial porque enmarca el trabajo realizado durante todo el año por los diferentes actores que intervienen en este proyecto solidario.
Pero este año todavía lo fue más, porque suponía el último encuentro plenario en el marco de la legislatura actual. Y más allá de lo personal, considero que este es un proyecto que sin duda debería tener una larga vida, independientemente de las personas que lo lideren. En primer lugar porque surgió en respuesta a una demanda que hacían los propios colegidados. En segundo lugar porque la respuesta ha sido y es muy positiva por su parte, habiéndose convertido en una de las actividades más valoradas del Copc. Y esto es así porque los psicólogos, debido a la sensibilidad que requiere nuestro trabajo, en general somos solidarios por naturaleza.
De manera que, recogiendo las inquietudes de los colegiados, pusimos en marcha hace casi cuatro años una plataforma para que pudieran atender a personas sin recursos. Y actualmente contamos con un centenar de profesionales disponibles para realizar esta actividad solidaria. Y una treintena de entidades que colaboran, algunas atendiendo y otras enviando a algunos de sus usuarios, a aquellos que consideran que podrían beneficiarse de una atención psicológica pero que no tienen otra manera de acceder a ella por falta de recursos. Y cuando digo por falta de recursos lo extiendo a la falta de recursos que la administración pública ofrece a tal efecto. Los servicios están saturados y cada vez es más evidente la necesidad de incluir al psicólogo sanitario en la atención primaria.
Así que la Psicoxarxa, además de estar cumpliendo con esa función solidaria que le dio orígen, pone de manifiesto día a día la importancia de incrementar la presencia de los psicólogos en el sistema de salud pública. Pero no sólo, las entidades del tercer sector tienen serias dificultades para obtener financiación que incluya la contratación de psicólogos, aún si estos realizarían una labor preventiva en materia de salud mental con una reducción de costes para la salud pública muy considerable.
Y por qué cuesta tanto entonces entender que si se hace prevención a este nivel evitamos una cadena de dificultades que conllevan la saturación de los servicios y la patologización de los malestares vinculados a las dificultades de vida? No sé si tengo la respuesta global a estas preguntas, pero se me ocurre un aspecto que sin duda se pone en juego y que tiene que ver con la necesidad de un cambio cultural en la manera de entender la salud de las personas. Habría que apostar firmemente por la prevención y la promoción de la salud mental, porque no es ya nuevo para nadie que cuando las personas sufren psicológicamente su salud en general se resiente; que cuando las personas tienen un problema de salud física muchas veces comporta también un malestar psicológico; y que determinadas circunstancias vitales (pérdida de trabajo, falta de recursos para cubrir las necesidades básicas, etc…) conllevan un malestar que si no se atiende, puede derivar en problemas de salud mental.
La prevención a este nivel, tendría como consecuencia, evitar la excesiva medicalización de estos malestares, ya que actualmente, suelen abordarse sobre todo desde el punto de vista farmacológico, al no haber espacios de atención psicológica para las personas que acuden al médico de cabecera por este tipo de situaciones.
Es evidente, o al menos para mí y muchos otros colegas lo es, que atender de forma preventiva implica cortar con la escalada de dificultades que aboca al sujeto a una situación de difícil retorno, y que tiene como consecuencia un aumento de las desigualdades. En este sentido, consideramos este año muy oportuno invitar a Josep Villarreal, Director de Estrategia e innovación del Área de Serveis Socials de l’Ajuntament de Barcelona, para que nos explicara de primera mano la recién estrenada estrategia de Inclusión Social y reducción de las desigualdades para la ciudad. Desde el Copc hemos estado participando en el Acord Ciutadà per a una Barcelona Inclusiva y en el diseño de esta estrategia desde el primer día. Han sido muchas horas de reuniones, actividades grupales, documentos, que sin duda han valido la pena y que se visibilizaron justo el lunes de la misma semana, en un acto en el Saló de Cent donde todos los grupos políticos y las entidades implicadas en el diseño de la estrategia, firmamos el compromiso de llevarla a cabo en los próximos diez años.
Sin duda, el abordaje desde la perspectiva mencionada, de la salud mental, está contemplado en esta estrategia y seguiremos, desde el Copc, trabajando intensamente para que se materialice el aumento de contrataciones de psicólogos en el sector social y también en el sistema de salud público.
Y por supuesto, desde la Psicoxarxa, seguiremos atendiendo a aquéllos que lo sigan necesitando y no puedan acceder de ninguna otra forma a una atención psicológica.
En esta tercera jornada, decidimos darle protagonismo a los profesionales que colaboran con nosotros. Marta Olivé, psicóloga psicoanalista y Toni Alcocer, psicólogo psicoterapeuta, nos explicaron su experiencia como colaboradores del proyecto. Fue una mesa realmente emotiva, porque ambos lograron transmitir su vocación de servicio, su sentimiento de gratificación personal, algo que no se paga con dinero y es por eso que, atendiendo de forma solidaria, nos trasladaron la idea de haber recibido mucho a cambio.
Durante el transcurso de la jornada, pudimos visionar varios vídeos en los que aparecían los diferentes agentes implicados en el proyecto. Desde el presdiente, el decano Josep Vilajoana, yo misma como coordinadora, los miembros del equipo de admisiones y derivaciones, algunos profesionales e incluso algún usuario. Decidimos cerrar la jornada justamente con el testimonio de una persona que emocionó a todos los asistentes con sus palabras de agradecimiento e incluso alguna reivindicación en la línea de lo que comentaba ateriormente. Porque la sociedad lo está demandado y esperando, y nosotros, los psicólogos tenemos que dar respuesta a esa necesidad, trabajando intensamente, desde las instituciones, y desde todos los foros a nuestro alcance, para que haya una atención psicológica universal, para que nadie se quede sin ella por falta de recursos económicos, y en definitiva para crecer como sociedad.